miércoles, 27 de junio de 2012

El verano ya llegó.

Ya están en casa. Se acabaron las obligaciones escolares y los peques están en casa, llenándolo todo, haciendo brillara cada rincón de la casa. Estaba deseando este momento, El de que sean mios todo el rato, sin tener que someterme a la voluntad ajena, a los horarios a veces insoportables, a las exigencias de tareas y estudios...soy un poco mamá gallina, lo sé. Pero crecen tan deprisa que quisiera aprovecharles todo el tiempo posible. Y ellos, se dejan querer.

Hasta que aparecen...¡los amigos! Cuando salimos a la piscina los tres solos, se establece un momento precioso de intimidad. Jugamos, nos reimos, y disfrutamos juntos. Pero en cualquier momento llegan los amigos. Mejor dicho: Los Amigos, con mayúsculas. Esas personitas que se han convertido en el referente de mis hijos, especialmente del mayor que ya está en edad de admirar a otros. En ese preciso instante, yo sufro una metamorfosis maternal: me convierto en La Portadora. Un cargo importante, imprescindible más bien, pero poco apasionante. Consiste básicamente en llevar las toallas, las cholas, las cremas, los manguitos, las pistolas de agua, la sombrilla, la pelota, los yogures y alguna cosa más, de aquí para allá. A veces, hasta me llevo un libro ¡optimista que es una! porque entre los "mira mami, lo que hago", y los "mamáaAAA...Fulanito me salpicóoooo...", nunca consigo abrirlo.

Me desvanezco y eso me da una oportunidad de oro de ver a mis hijos crecer. De ver cómo juegan en grupo y observar cómo se aprende a vivir jugando.

1 comentario:

Mercedes dijo...

Anda! Hemos escrito una entrada con el mismo titulo el mismo día! Ay amiga tan lejos, tan cerca "en este preciso instante". Un besazo